sábado, 29 de marzo de 2025

ENVEJECER

 



            He estado un poco displicente estos días, es obvio para mí que mis hormonas dan sus últimas patadas de ahogado. La edad madura se acerca cada vez más, dejándome a mi suerte en la menopausia. Siento sonar un poco así, pesimista, pero los años se acumulan y yo veo un rostro cada vez más antiguo en el espejo. Ahora tengo nietos, en plural, ahora tengo una lista larga de recuerdos que arrastro y que es más pesada que la de los sueños por cumplir. Soy mayor, como una hoja que va dejándose cubrir por los oros del atardecer. 

            ¿Envejecer es siempre así?, como una lenta sala de espera, donde un reloj de pared parece burlarse de la sensación de impotencia que tienes ante el pausado movimiento de sus manecillas. Dudo de mi sitio en el mundo, de mis acciones, de mi derecho a ser reconocida como humana, como mujer, como madre. 

            Pronto mis ojos se cierran, el cansancio arruga los finales pensamientos del día, el sabor añejo de la vida viene a mi boca con mayor frecuencia. Duermo mientras envejezco como una sentencia de la vida. Mi entorno también envejece, mis muebles, los cuadros, los adornos, las memorias. Es bueno saber que no lo hago sola.